“Love canal” un incidente que no pudo ser contenido y que cambió la percepción de todo un país

Para aquellos que estamos involucrados en el tema de la evaluación de las políticas públicas, somos muy conscientes de la frase “Evaluar para mejorar” o del slogan del Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social (Coneval): “Lo que se mide, se puede mejorar”.

   Estas frases, desde mi óptica, son el punto de partida y el principal pensamiento que se tiene en mente cuando se participa en una evaluación. Sin embargo, hay un objetivo que si bien es utilizado para citar los beneficios de la evaluación; considero que en la práctica no se le da la relevancia necesaria. Me refiero a la rendición de cuentas: explicar los resultados e impactos a la sociedad (Cardozo, 2009).

   ¿Qué puede ocurrir cuando los resultados de cierta intervención se vuelven públicos y su nivel de análisis es bastante especializado? Sunstein y Kuran (1999) acuñaron el término, cascada de disponibilidad: cuando se expresan opiniones de individuos que se tornan increíblemente plausibles entre los diferentes discursos públicos. Atención, esto último no implica que sean las que mejor explican la realidad.

    Para comprender mejor las cascadas de disponibilidad es necesario entender lo que es un heurístico: es un procedimiento que ayuda a encontrar y adecuar respuestas (regularmente imperfectas) a preguntas o problemas difíciles (Kahneman, 2011). Es decir, una simplificación mental que facilita emitir juicios y respuestas.

    Para explicar con mayor claridad estos conceptos y su relación con la evaluación, me guiaré de un estudio de caso realizado por Sunstein y Kuran. Me refiero al caso “Love canal”, uno de los primeros incidentes que llamaron la atención pública en cuanto a temas ambientales y tratamiento de residuos industriales. Y que incluso hoy en día, suelen haber opiniones diametralmente opuestas sobre los hechos. Para algunos fue un desastre ambiental y para otros un pseudo evento.

    El caso comienza entre 1942 y 1953, la “Hooker Chemical Company” vertió alrededor de 21 mil toneladas de desechos químicos en el ya entonces abandonado “Love canal” en el estado de Nueva York, que desembocaba en las cascadas del Niágara.

     La empresa cubrió el canal con tierra y lo vendió al gobierno local de Cascadas del Niágara por $1.20 dólares. Posteriormente el gobierno local construyó un área residencial con poco más de 200 casas, con escuela y con patio de recreo; los cuales tuvieron su inauguración para 1957.

     Los problemas comienzan a suscitarse en 1976, cuando el canal se inundó después de varios años de precipitaciones. Y para ese mismo año, la comisión responsable de realizar el monitoreo de los lagos detectó rastros del insecticida Mirex en el lago Ontario, teniendo su principal fuente al “Love canal”.

     La prensa local comenzó a comunicar que los residentes del área del “Love canal” estaban preocupados por su salud. Historias de niños siendo quemados, de náuseas y agua no potable se esparcieron por todas partes.

Aquí es cuando se crean 2 tipos de cascadas de disponibilidad:

  • Cascada informal: ocurre cuando personas que no conocen los temas técnicos ni tienen información necesaria para emitir una opinión, basan sus creencias en las creencias de otros. Que crea un efecto de bola de nieve, en el cual esas opiniones sin información suficiente, absorben la opinión pública.
  • Cascada de reputación: A diferencia de la cascada informal en la que los individuos se adhieren a la influencia social, en este tipo de cascada hay intereses personales, que se resumen a obtener aprobación social y evitar desprestigio. Que su discurso se vuelva la creencia dominante.

En 1978, el gobierno decide realizar pruebas sobre los riesgos en el “Love canal”. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) confirmó bajos niveles de cancerígenos y que el agua era potable, fuera de riesgo de consumo.

    Sin embargo, los medios de comunicación seguían transmitiendo las disputas legales.  Esto llevó al aumento de la cascada informal, en el que la población seguía creyendo la versión de los medios, sin tomar en cuenta la evaluación de los expertos.

    La percepción negativa de la opinión pública se intensificó en junio de 1978. Lois Marie Gibbs, una mujer del área comenzó su cascada de reputación, creando movilizaciones y estableciendo una postura de victimización ante los medios.

   Para contener los daños, la oficina local de salud emprendió una campaña. Presentó estudios de sangre, en los cuales no había rastro alguno de leucemia, o los niveles eran muy bajos.

    Desde mi enfoque, este evento es el punto de inflexión que pudo haber contenido el incidente, porque los resultados sobre leucocitos que el departamento de salud local mostró, no tenían una interpretación, careciendo de significado para los residentes. Por lo tanto, la estrategia de contención no resultó, las cascadas de disponibilidad seguirían creciendo, alcanzando mayores niveles de indignación.

    Esto llevó a que, en agosto de 1978, el Comisionado Estatal de Salud del estado Nueva York declarara una emergencia pública en el área del “Love canal”. Comenzando a trasladar fuera del área a mujeres embarazadas y niños menores de 2 años. De igual manera, por la presión mediática el asunto escaló al gobernador Hugh Carey. El gobernador creó un grupo de respuesta especial para el incidente, aceptando la reubicación de 239 familias a costo del erario.

    De igual manera, en agosto de 1978 el tema llegó al entonces presidente, Jimmy Carter. Pidió que los científicos volvieran a evaluar los datos, quienes indicaron que los peligros habían sido exagerados. Sin embargo, la propaganda en contra había permeado en los ánimos de la sociedad, desacreditando cualquier fuente oficial.

     La cascada de disponibilidad alcanzó tal nivel de aversión que, para mayo de 1980, residentes del “Love canal” tomaron de rehenes a dos oficiales del EPA en las oficinas de los residentes del área. Al día siguiente, el Presidente Carter ordenó la reubicación de 700 familias, con un costo de al menos 3 millones de dólares de dicho año.

     Lo ocurrido entre 1978 y 1980 en el incidente del “Love canal”, llevó a que los norteamericanos, declararan a los sitios de desecho como el primero de todos los problemas ambientales. Esta percepción de la ciudadanía, influyó para que el Congreso destinara alrededor de 13.6 billones de dólares a atender ese requerimiento público (para 1994).

   Partiendo de la información que te presenté, considero que la principal lección de este incidente es la siguiente. El componente de comunicación de las evaluaciones, requiere de liderazgo, un pulso muy equilibrado, lenguaje claro y de precisión mediática ante la opinión pública.

    ¿Por qué? De acuerdo a las fuentes oficiales presentadas por Sunstein y Kuran, aún no hay evidencia concluyente de que la contaminación del “Love canal” haya implicado riesgos a la salud (información validada por organismos como el American Medical Association).

   Esto significa que los recursos dirigidos a esta cascada de información, pudieron haber sido asignados a prevenir otros riesgos sociales, creando mayores beneficios para la sociedad.

   Concluyo retomando la importancia de que todo evaluador de programas o proyectos, pueda comunicar sus resultados de manera clara, precisa y con puntos de comparación asequibles para la sociedad. Sin subestimar cómo se forman las cascadas de disponibilidad y que estas pueden extenderse rápidamente.

Referencias:

  • Brum, M. C. (2009). Evaluación y metaevaluación en los programas mexicanos de desarrollo social. México, D.F.: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
  • Kahneman, D. (2015). Thinking, fast and slow. New York: Farrar, Straus and Giroux.
  • Kuran, T., & Sunstein, C. R. (1999). Availability Cascades and Risk Regulation. Stanford Law Review, 51(4), 683. doi:10.2307/1229439

Sobre el Autor:
Manuel Pardo González


Consultor en Evaluación de Políticas Públicas
Especialista en Economía del Comportamiento


Sobre el Autor:
Manuel Pardo González


Consultor en Evaluación de Políticas Públicas
Especialista en Economía del Comportamiento